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Discurso público-Engañoso
Mariela Castro, directora del Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex). (Archivo)- AP/Franklin Reyes
Mariela Castro, directora del Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex). (Archivo)- AP/Franklin Reyes

Mariela Castro difundió versión ENGAÑOSA sobre campos de trabajo para homosexuales en Cuba

Por: Ernesto Eimil ReigosaPublicado: 8 de noviembre de 2023 - Actualizado: 8 de noviembre de 2023
Qué chequeamos: «[No hubo] ningún campo de concentración en Cuba contra los LGBT, era el Servicio Militar Obligatorio».
Fuente: Entrevista de Mariela Castro con la política mexicana María Clemente
Fecha: 29 de junio de 2023
Esto es engañoso porque...

Las UMAP sí fueron campos de trabajos forzados, aunque no exclusivos para la comunidad LGBTIQ.

Si tienes poco tiempo...

  • Las UMAP sí fueron campos de trabajos forzados, aunque no exclusivos para la comunidad LGBTIQ. También allí fueron internados contra su voluntad personas religiosas, opositores al Gobierno, ciudadanos con antecedentes penales y objetores de conciencia, entre otros.

  • En el contexto de las UMAPS ocurrieron ejecuciones, desapariciones y suicidios. Fuentes independientes han verificado, al menos, ocho muertes vinculadas a las UMAP. Además, investigaciones académicas, la literatura y el cine han documentado la tortura y discriminación que vivieron los internos.

Mariela Castro Espín, diputada de la Asamblea Nacional del Poder Popular y directora del Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex), aseguró en entrevista publicada el 29 de junio con la política mexicana María Clemente: «[No hubo] ningún campo de concentración en Cuba contra los LGBT, era el Servicio Militar Obligatorio». Esta afirmación es ENGAÑOSA.

La hija y sobrina de los expresidentes Raúl y Fidel Castro, respectivamente, expresó estas palabras para referirse a las Unidades Militares de Ayuda a la Producción (UMAP), que existieron en la isla de 1965 a 1968, principalmente en la región de Camagüey.

«Se había decidido que el servicio militar, o al menos una parte, no solamente se preparara como militares para defender el país, sino que también contribuyeran a la producción agraria, a la producción de alimentos», relató Castro Espín.

Las investigaciones consultadas recogen que las UMAP sí fueron campos de concentración y de trabajos forzados, como los calificara la Comisión Interamericana de Derechos Humanos en 1967, aunque no exclusivos para la comunidad LGBTIQ. También allí fueron internados contra su voluntad personas religiosas, opositores al Gobierno, ciudadanos con antecedentes penales y objetores de conciencia, entre otros.

Es usual asociar el término «campos de concentración» con las unidades de detención y confinamiento empleadas por la Alemania nazi para oprimir, principalmente, a personas judías. Las UMAP no eran lo mismo que los campos nazis, pero las evidencias gráficas y los testimonios de sobrevivientes apuntan a que sí compartían características comunes con estos y con otros campos de internamiento a lo largo de la historia. Entre ellas, las malas condiciones de vida, los trabajos forzados, las torturas y la discriminación por pertenecer a un grupo minoritario. 

Las UMAP se crearon bajo el amparo de la Ley No. 1129 de 1963, que estableció el Servicio Militar Obligatorio (SMO) para los adolescentes varones a partir de los 16 años. Sin embargo, según el propio Fidel Castro, se hizo distinción entre quienes eran llamados a unidades militares regulares y quienes eran internados en las UMAP.

En un discurso pronunciado el 13 de marzo de 1966, Castro aseguró: «De esas pocas decenas», refiriéndose a personas que aparentemente habían cometido actos ilegales, «unos tendrán que ir a la cárcel (…), otros tendrán que ir al servicio militar; otros tendrán que ir a la UMAP».

Raúl Castro, en aquel entonces ministro de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), mencionó en otro discurso esta distinción: «Son tres las formas en que los jóvenes pueden cumplir con el honor y el deber de defender a la Patria, incorporándose al Servicio Militar Obligatorio, en las Escuelas y en las citadas Unidades Militares de Ayuda a la Producción».

Discriminación, torturas y muertes: el legado de las UMAP

No es la primera vez que Castro Espín habla de las UMAP en entrevistas. En mayo de 2020 las definió como «escuelas al campo», una modalidad dentro del sistema de enseñanza cubana que busca combinar estudio y trabajo agrícola en estudiantes menores de edad. En ese mismo diálogo dijo que lo que allí pasó estaba «sobredimensionado» y «distorsionado».

El periodismo, el cine y la literatura han documentado los testimonios de algunos sobrevivientes de las UMAP. El documental Conducta Impropia, de Néstor Almendros y Orlando Jiménez Leal y el libro El cuerpo nunca olvida: trabajo forzado, hombre nuevo y memoria en Cuba (1959-1980) del autor y catedrático cubano enfocado en el campo de la historia de la sexualidad, Abel Sierra Madero, relatan sucesos de discriminación, maltratos, ejercicios de reeducación para «eliminar la homosexualidad» y torturas.

El fallecido cantautor del movimiento de la Nueva Trova cubana, Pablo Milanés estuvo en las UMAP. En entrevista con el cineasta Juan «Pin» Vilar, Milanés recordó que quienes lo pasaron peor en esas unidades fueron los homosexuales. «Nos han logrado juntar a todos los que consideraban despreciables en un campo de concentración», sentenció

Además de experiencias de sobrevivientes, Sierra Madero ha logrado reunir en sus investigaciones testimonios de victimarios que confirman hechos de represión ocurridos en esas unidades. Felipe Guerra Matos, quien tuvo a su cargo el desmantelamiento de las UMAP, le confesó en una entrevista: «(…) se hicieron veinte cosas ahí (…) Los ponían a mirar el sol, a contar hormigas (…) Ponte a mirar el sol fijo pa’ que tú veas. Cualquier barbaridad que se le pudiera ocurrir a un oficial de poco cerebro. Yo tengo culpa también porque yo firmé reclutamientos».

Sierra Madero también entrevistó a la doctora María Elena Solé, que fue parte de un grupo de psiquiatras encargado de estudiar a personas LGBTIQ internas en las UMAP. Solé describió su contenido de trabajo como pruebas para «medir la inteligencia».

Sin embargo, existen testimonios y evidencias que aseveran que, en ocasiones, estos experimentos psiquiátricos fueron violentos. Así lo confirma el investigador Joseph Tahbaz, quien recopiló relatos de internos asegurando que sobre ellos aplicaron electroshock y sustancias como insulina.

El dramaturgo Héctor Santiago contó a Sierra Madero que en su unidad emplearon técnicas conductistas como shock con electrodos y comas inducidos por insulina. Estos experimentos consistían en la aplicación de corriente alterna «mientras nos mostraban fotos de hombres desnudos para que en el subconsciente los rechazáramos, volviéndonos a la fuerza heterosexuales».

Esta práctica coincide con varios estudios publicados en revistas científicas de la época. Según Tabhaz, en 1962 el doctor Edmundo Gutiérrez publicó un artículo en la Revista Cubana de Medicina titulado «Una nueva modalidad del tratamiento de la homosexualidad», basado en los postulados del sexólogo checo Kurt Freund. El artículo describe un estudio en el que se emplearon tratamientos hormonales y uso de electricidad.

Tahbaz advierte que debido a la escasez de testimonios de internos LGBTIQ no se pueden hacer generalizaciones con respecto a este tipo de torturas: las prácticas de una unidad no necesariamente tenían que aplicarse en otra. Pero sí asegura que experimentos de este tipo fueron llevados a cabo en las unidades.

Asimismo, en el contexto de las UMAP presuntamente ocurrieron ejecuciones, desapariciones y suicidios. El repositorio Archivo Cuba, que se encarga de promover los derechos humanos a través de la investigación y la información, ha podido verificar, al menos, ocho muertes vinculadas a las UMAP. Estos fallecidos son: Diosdado Díaz Iglesias, Luciano Díaz Iglesias, Ramón Lamadrid, Benjamín de la Torre, Mario Pupo, Rafael Ramírez Rodríguez, Albert de la Rosa y Pablo González Torriente.

Al menos una de estas personas, Benjamín de la Torre, era LGBTIQ. Según testimonios familiares, De la Torre se suicidó luego de salir de los campos.

A pesar de sus recientes criterios, Castro Espín se propuso en 2011 abrir investigaciones sobre los abusos cometidos. Durante mucho tiempo no hubo confirmación sobre la existencia de pesquisas. Pero en septiembre de 2022, el doctor y antropólogo cubano Roberto Garcés Marrero dijo en Twitter que él había sido parte de un proyecto del Cenesex que entrevistó a sobrevivientes y victimarios.

«Decidimos dejar los testimonios tal cual, con algunas partes nuestras explicando elementos del contexto», explicó Garcés Marrero. «Lo presentamos en forma de libro. Mariela decidió que tenía que leerlo Miguel Barnet».

Barnet es un escritor cubano cercano al poder, que en una ocasión exculpó a Fidel Castro de las consecuencias de las UMAP.

Según Garcés Marrero, Barnet decidió que la investigación era «impublicable». A raíz de eso, la obra «se engavetó» y hasta ahora no ha visto la luz.

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